Sample Translation – ¿Es suficiente vacunar contra Covid? Lo que podemos aprender de Chile e Israel
This is the translation of an article published in The Observer about Covid-19 and its impact in many countries, especially Chile, even after vaccination. Such impact has been influenced by the way the pandemic has been managed in those countries.
Las contrastantes lecciones de los dos países, ambos con altas tasas de inoculación contra el virus, muestran que el peligro no ha pasado
Robin McKie – Observer – Editor científico
Domingo 11 abril de 2021 – 08.29 CEST
Un trío de países destacan por la eficacia de sus programas de vacunación Covid-19: Israel, Chile y el Reino Unido. Todos han logrado inocular un porcentaje impresionantemente alto de su gente, pero cada uno ha sido muy diferente en el control de la enfermedad.
Israel lo ha hecho tan bien que está reanudando conferencias universitarias, conciertos y otras reuniones de masas, ademas de abrir restaurantes y bares. Por el contrario, Chile está experimentando niveles elevados de casos de Covid y enfrenta nuevas restricciones de bloqueo.
En Gran Bretaña, las muertes y los ingresos hospitalarios han caído en picado, pero queda por ver lo que sucederá cuando las restricciones de circulación se levanten en Inglaterra a partir del lunes. (Escocia, Gales e Irlanda del Norte tienen cada uno sus propios horarios de flexibilización). ¿Seguirá el Reino Unido el sombrío ejemplo de Chile o el precedente más feliz de Israel?
La nación pronto se enterará, aunque cabe señalar que Israel y Chile no son los únicos que ofrecen ejemplos útiles de cómo se debe dar forma a la lucha contra Covid-19 en los próximos meses. Australia, Nueva Zelandia, Francia, Alemania y muchos otros proporcionan lecciones clave.
Sin embargo, es Chile el que provee la advertencia más alarmante para el Reino Unido. Sus trabajadores sanitarios han vacunado 37% de la población, pero los casos diarios siguen aumentando drásticamente. Existen varias razones para justificar este salto inesperado: la propagación de cepas de coronavirus más virulentas procedentes de Brasil, el aumento del número de chilenos que viajan por el país, y la menor adherencia al distanciamiento social después de que el programa de vacunación dio a la gente una falsa sensación de seguridad.
La importancia de este último punto fue subrayada por el Prof. Lawrence Young, virólogo de la Escuela de Medicina de Warwick. «Creo que lo que sucede en Chile es una muestra muestra del peligro de depender sólo de las vacunas. Las vacunas son muy buenas, pero nunca van a ser una solución por sí solas, y lo que está sucediendo en Chile nos da una advertencia muy clara».
El profesor Stephen Griffin de la Facultad de Medicina de la Universidad de Leeds estuvo de acuerdo. «Hace falta tener los casos bajo control mientras se está vacunando. Si no se hace de esta manera, todavía habrá problemas».
Chile revela los peligros del exceso de confianza generado por el uso de la vacuna. Por el contrario, Israel demuestra la necesidad de una planificación y una preparación constantes. Desde que comenzó su intenso plan de vacunación ha puesto en marcha una serie de iniciativas para mantener su progreso contra el Covid. Estos incluyen un sistema de pases verdes que se administran a personas que han recibido ambas dosis de vacunas o se han recuperado de la enfermedad y, por lo tanto, se considera poco probable que sean infecciosas. El plan es controvertido y muchos han protestado contra su imposición.
«Sin embargo, en las universidades ha ayudado a que los estudiantes regresen a los teatros donde los académicos pueden enseñar a los estudiantes en persona», dijo Linda Bauld, profesora de salud pública de la Universidad de Edimburgo. «Este es el tipo de medidas que tenemos que debatir ahora para poder estar seguros de que nos abriremos de forma segura durante el verano».
Bauld destacó también otras dos medidas israelíes. Las pruebas de anticuerpos, que muestran si una persona tiene anticuerpos Covid, ya sea de una vacuna o de una infección anterior, permiten a los viajeros internacionales que llegan a Israel evitar la cuarentena. Al mismo tiempo, las autoridades sanitarias también están considerando la posibilidad de dar vacunas a los niños mayores una vez que hayan sido aprobadas por los reguladores. Estas iniciativas muestran hasta qué punto está planeando Israel, añadió Bauld.
Otros científicos señalan los ejemplos de Australia y Nueva Zelanda. La primera ha tenido sólo un puñado de casos a pesar de haber lanzado su programa de vacunación hace apenas unas semanas, gracias al rápido cierre de sus fronteras el año pasado y a su sistema de cuarentena hotelera cuidadosamente gestionado que ha reducido la propagación de Covid a niveles minúsculosos. Por el contrario, el lamentable sistema de pruebas, seguimiento y aislamiento de Gran Bretaña sigue siendo insuficiente y no se ha comprobado su efectividad, a pesar de que será crucial suprimir nuevos brotes de Covid-19 una vez que se levanten las restricciones. «En pocas palabras, no hemos terminado de entender lo importante que es aislar a las personas infectadas», dijo Griffin.
Luego está el problema de vacunar al mundo entero, ya que hasta que esto suceda, el Covid-19 seguirá siendo una amenaza, y Gran Bretaña seguirá estando en peligro. Ademas, tiene un papel que desempeñar en la provisión de vacunas en todo el mundo.
Los científicos estiman que se requerirán más de 11 billones de dosis de vacunas para proporcionar dosis dobles para el 70% de la población mundial, un número que, con suerte, lograría alguna forma de inmunidad mundial de rebaño. Sin embargo, cifras recientes indican que las naciones más ricas —que constituyen una quinta parte de la población mundial e incluyen al Reino Unido— ya han comprado 6.000 millones de dosis, mientras que las restantes naciones más pobres —cuatro quintas partes de la humanidad— sólo han conseguido 2.600 millones de personas.
Ante este enorme desequilibrio de vacunas, la India y Sudáfrica han pedido a la Organización Mundial del Comercio que suspenda los derechos de patente sobre diversas técnicas, vacunas y medicamentos contra el Covid-19 para ayudarles a producir sus propios tratamientos y hacer frente a la pandemia. La propuesta ha contado ahora con el respaldo de más de 100 naciones.
«No podemos repetir las dolorosas lecciones de los primeros años de la respuesta al sida cuando los países más ricos recuperaron su salud mientras millones de personas en los países en desarrollo se quedaron atrás», dijo recientemente Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA, la agencia de las Naciones Unidas para el VIH/SIDA en la revista Nature.
Este punto fue respaldado la semana pasada por Dorothy Guerrero, directora de política de Global Justice Now, una ONG que hace campaña por el acceso equitativo a las vacunas. Acusó a los países ricos de acaparar vacunas a expensas de los países de ingresos bajos y medianos. «Existe una forma rápida y segura de aumentar la vacunación mundial: renunciar a las patentes de vacunas Covid-19 y dejar que los países produzcan sus propias vacunas. Países como el Reino Unido tienen que dar un paso adelante».
Sin embargo, la Unión Europea, el Reino Unido y muchas otras naciones occidentales, junto con las principales compañías farmacéuticas, sostienen que renunciar a los derechos de patente no ayudaría. Dicen que la fabricación de vacunas implica la implementación de una serie de pasos cuidadosos para asegurar la calidad.
La negociación de la distribución de los derechos de patente para estos diferentes procesos llevaría demasiado tiempo. Sería mejor aumentar la producción de vacunas a su nivel más alto y luego distribuirlas.
Los científicos, sin embargo, son enfáticos al decir que el mundo no estará a salvo del Covid-19 hasta que se haya llevado a cabo la inmunización mundial. Como dice el dicho: nadie está a salvo hasta que todo el mundo esté a salvo. Sin embargo, el logro de ese objetivo podría tardar años.